Con una voz tierna y sensata Moisés, Katiuska, Tatiana y Anderson, junto a otros niños colombo venezolanos narran cómo se construye vida en la frontera. En el territorio de Arauca (Colombia) y Apure (Venezuela) los sueños se van entretejiendo río abajo, de canoa en canoa; existe una cultura binacional que trasciende los límites del territorio para instalarse en la historia compartida de la gente.

A inicios de diciembre del 2020, en las comunidades de Gabanes, La Aurora y Villa Estrella, el Servicio Jesuita a Refugiados inició la segunda fase del Festival Cultural Frontera Solidaria, un esfuerzo por fortalecer los lazos comunitarios a través de actividades interculturales – binacionales. Desde sus casas, y con gran creatividad, intercambiando audios por WhatsApp, o con teléfonos compartidos, los niños, niñas y jóvenes levantaron sus voces para contar sus sueños, esperanzas y experiencias de hospitalidad y solidaridad en el territorio.

“Fue un momento muy divertido y especial porque pudimos imaginar muchas cosas, lo que queremos ser cuando grandes, ser creativas y compartir con la familia y amigos” dijo Laura después de terminar su capítulo.

En un contexto en el que persisten las dificultades para el acceso a derechos universales y se crean prejuicios en torno al migrante, al pobre o al desplazado, las expresiones de unión son esenciales. Las diferencias nos enriquecen, y nos hacen crecer como comunidad. “La solidaridad no tiene fronteras” afirmó Tatiana durante el segundo episodio.

Nos une el derecho a soñar, el derecho a ser y el derecho a movernos en libertad. Sueños sin fronteras.

Si quiere escuchar el pódcast, puede hacerlo aquí. También, puede escuchar el capítulo 1 en el siguiente audio.

#FronteraSolidaria    #FestivalFronteraSolidaria   #FronteraLibredeViolencias