Esperanza que permite a las personas acompañadas sobreponerse a las adversidades e ir
en busca de un mejor porvenir, porque ellos y ellas aún sin saber a dónde van a llegar,
avanzan. La esperanza se alimenta desde la humanidad compartida en su diversidad y en su
dignidad.
Valentía y astucia para romper barreras, con humildad y disposición al cambio, y así avanzar,
afrontar lo nuevo y redescubrirse.
Fe y la confianza profunda con que las personas acompañadas se aferran a sus diversas
fuentes de vida y espiritualidades.
Justicia Glocal, socioambiental y perseverancia para lograrla.
La gratitud de las personas que acompañamos, que nos mueven a desandar los pasos y revisar lo que hemos hecho antes, reconociendo que no hemos caminado solos y no somos dueños de la viña, sino sembradores de esta.
La solidaridad que se siente y se vive en mutualidad con los mismos refugiados. Ellos y ellas nos muestran el camino para convertirnos en una organización reconciliada y reconciliadora.
La generosidad con que los migrantes y refugiados nos ofrecen el regalo de su presencia,
desde la confianza e inclusive desde lo que no se tiene. Ellos y ellas nos enseñan a entregarnos y a hacer camino compartido.
La Resiliencia que permite sobreponerse a las dificultades encontradas en el camino, para
nuevamente empezar y buscar mejores oportunidades.
La creatividad para afrontar los retos que impone el contexto y enfrentar las barreras de los sistemas legales que marcan muy fuertemente las fronteras.
Cuidado y protección de la vida como valor esencial en el que creemos de manera radical.